¡El fútbol es una maravilla!
Todas las personas deben de hacer algún tipo de deporte y sobre todo uno tan completo como este en particular.
Permite trabajar todos los músculos, ayuda a mantener una salud ejemplar, limpia los pulmones y las impurezas de la piel y además es un inminente precursor del trabajo en equipo, la organización humana, creación de estrategias y lo mejor, que puede reunir a la familia y mejorar las relaciones entre sus miembros.
Puedo imaginar a los mas garbosos y fuertes guerreros prehispánicos golpeando una pelota de caucho para introducirla en un aro teniendo como misión el complacer a sus Dioses sin importar que por ello habrían de perder la vida al finalizar victoriosos el encuentro y así llegar a un estado de plenitud espiritual y corpórea.
O mas adelante, evocar a un grupo ingleses desconocidos que a mediados del siglo XIX tuvieron la ocurrencia de reglamentar y formalizar esta increíble actividad denominada “football soccer” para dejar de golpearse y arrebatarse un balón como lo hacían en el rugby.
Todo lo anterior suena muy interesante, pero eso lo hubiera creído hace 20 años. ¡Hoy no! Yo veía así cualquier tipo de juego cuando era pequeño, pero al crecer me di cuenta que no lo es. Ahora la gente no se preocupa por el ejercicio y la convivencia; ya no importa estar con la familia. En la actualidad es muy diferente.
Las personas dejaron de jugar por el gusto de hacerlo, los chicos compiten por ver quien usa la playera del mejor equipo y por supuesto lo importante no solo son los colores y símbolos que esta porte, si no lo costosa, exclusiva, difícil de conseguir y representante del triunfo que esta sea. Y no solo eso es importante, sino también el juego de envidias y presunciones por ver quien tiene el balón original del evento de cada 4 años. ¿O que tal los tenis?; sin ir mas lejos, a veces solo es ejercicio (si es que podemos llamarle de este modo) para las diestras manos y cansadas vistas de los que blanden los controles de un video juego emulando una realidad imposible de obtener y que comenzó como lo he comentado anteriormente.
Actualmente los padres le compran a sus hijos toda clase de avatares y “souvenirs pamboleros” con tal de mantenerlos contentos para no cargar con la culpa de no pasar tiempo con ellos y se limitan a sentarse frente al televisor con la fabulosa botana y algún tipo de bebida (regularmente alcohólica) para desconectarse del mundo por 2 horas.
Como buen participante y critico de la convivencia familiar, asi como poco amante de este fabuloso juego me pongo a pensar en lo discrepante que es la existencia de este deporte.
Pero ¿que no dicen que el fútbol “une a la gente”?, ¿y a las naciones y a las razas y al globo entero?.
Puede ser cierto:
Cuando pensamos en 22 personas persiguiendo un esférico teniendo como objetivo introducirlo en un arco rectangular, nos vemos de inmediato entregados en una tribuna conviviendo y vitoreando los logros y jugadas de 11 de ellos; en un restaurante comiendo hasta saciarnos y gritándole a las pantallas como si pudieran escucharnos los personajes que protagonizan el duelo; o en la estancia de nuestro “querido compadre”, sentados con todos nuestros amigos y/o familiares haciéndolo un evento casi tan importante como el matrimonio o graduación de alguno de ellos.
Todo esto no es malo en absoluto.
Pero, que puedes pensar cuando en esa tribuna se congregan una serie de fanáticos que creen que portan la verdad absoluta con respecto a la supremacía del equipo a quien apoyan y con tal de enaltecerla pueden cometer toda clase de atropellos, actos de violencia, delitos y vandalismo tratando de imponer su verdad en contra de los que apoyan al otro bando o simplemente a todos aquellos que no compartan esta ideología. Pero cuidado si el equipo a quien apoyan resulta vencedor por que pueden detener por completo el ritmo de vida de una ciudad completa como si en realidad fuese un evento tan glorificable como la venida de un Mesias Redentor denominado “Gol”.
Qué puedes esperar cuando vives en un país donde la gente confía su dinero a instituciones de “gran prestigio” que no pueden subir el sueldo a sus empleados o darles reparto de utilidades en mayo por que, aun cuando es de conocimiento publico que cuentan con ganancias superiores a las declaradas, sigue argumentando “no recuperar su inversión” casi 4 años después de fundada. ¡Pero eso si!, un mes antes de iniciado el mundial llega el Director Administrativo con cuatro costosas televisiones de pantalla plana que coloca a lo largo de la oficina para que su ocupado y responsable personal disfrute de los partidos del tan esperado evento y por si fuera poco sin importar el horario en que fueran los encuentros, aun cuando estos se llevaran a cabo durante las horas criticas, se reúnen apretujados en las salas de juntas para verlos.
Qué pasa cuando en nuestros hogares la familia y los amigos se dividen, se pelean y hasta pueden llegar a odiarse por que no apoyan a la misma hinchada, o en su defecto olvidarse de procurar una economía mas digna solo por tener el “beneficio momentáneo y exclusivo” de ser testigos de la apabullante exhibición que puede durar desde 1 mes entero cada 4 años, una temporada, o estar presente todo el tiempo.
¿En que nos convertimos al presenciar estos espectáculos?. Mientras todos los mencionados anteriormente detienen su vida noventa minutos o mas, según el caso; la gente a su alrededor puede nacer, morir, procrearse, matarse o desvanecerse (solo si el partido se los permite) y esto pasa desapercibido por completo.
¡Pero atención! Que esto llegara a convertirse en una actividad o afición tan decadente no es culpa únicamente de los que lo consumen. ¿Qué pasa con los que lo hacen? O ¿debería de decir “con los que lo venden”?
En una sociedad de consumo hecha a base de la inminente influencia mediática y el capitalismo no podemos esperar otra cosa que hacer negocio con algo que se ha hecho tan popular y atractivo.
Como no tener cautivos a millones de personas en todo el mundo ofreciéndoles los mas atractivos e inútiles productos que los harán parecerse a sus ídolos, que sin dejar de ser grandiosos y extraordinarios atletas profesionales, también son entidades post-fabricadas para alentar esta práctica que desvirtúa al verdadero espíritu y esencia de esta disciplina deportiva; mismos que además de servir como instrumento del monstruo de consumo, se convierten en protagonistas y victimas de actos degradantes como permitir ser vendidos cual súper-esclavos de la época feudal por el dueño en turno.
Bien es cierto que los seres humanos necesitamos de pasiones y motivaciones para que nuestra existencia tenga un objetivo y/o dirección fundamental o de menos para que la monotonía o automatismo en los cuales nos hemos encerrado se desvanezcan un poco. Pero por culpa de esa decadente evolución (¿o involución?) social, espiritual y de valores, que han permitido que no seamos mas que títeres de muchas cosas que se han hecho mas importantes que disfrutar a la familia, el compartir momentos de calidad con nuestros semejantes o simplemente llenarnos de regocijo por el hecho de estar con vida, hemos obtenido como resultado el darle importancia a las cosas menos valorables de un deporte que se ha venido a menos en la balanza de la esencialidad del ser.
Para este momento no me siento casado con la teoría de que alguna de las dos partes tenga total y absoluta razón, ya que me he visto reflejado en ambos lados de la moneda y después de esta investigación, a pesar de nunca haber sido seguidor de este juego, tuve la oportunidad de darme cuenta de que ya había vivido ese extraño deleite que es ver o hasta participar en un buen partido de fútbol y todo esto sin la necesidad de ser abolido por todo lo que siempre me ha disgustado de sus vicios y desdenes.