Corría del año de 1988 y en las casas de casi todos los niños de México y Estados Unidos el más deseado artículo de diversión era el Nintendo Entertainment System (NES).
Era la época de oro para el más famoso fontanero que existe en el mundo puesto que la tercer entrega de su juego estaba estrenándose y a todos los pequeños entusiastas nos volvía locos la curiosidad de saber porque en los promocionales tenía orejas y cola de mapache en su vestimenta.
Yo no tenía NES, pero me iba a jugar a casa de mi amigo Darvey, quién además tenía familia viviendo cerca de la frontera norte del país, por lo cual, este tipo de tesoros llegaban antes de que estuvieran disponibles en las tiendas.
Uno de los más emocionantes días de mi vida como gamer ya que durante TODA la tarde estuvimos jugando Mario Bros. 3 y en aquel entonces no conocíamos truco alguno para brincar mundos o hacer más vidas, por lo que llegamos con todo el esfuerzo y pericia que daban nuestros pulgares hasta el mundo 7, “el mundo de las pipas”.
En ese entonces, Juanjo de 7 años tenía que regresar a casa a las 20:00 hrs. y pasaban de las 20:30 hrs. cuando sonó el timbre de la casa de Darvey, cosa que sucedía con frecuencia por quedarme jugando sin darme cuenta de la hora.
“¡Mi mamá!”, grité y en menos de lo que lo platico me aproximé corriendo a la puerta del departamento que se encontraba en un primer piso. Todo sucedió tan rápida, ruidosa y aparatosamente que me es difícil entender como fue; hasta que me vi arrodillado en el piso, con sangre por todos lados y con la mano derecha dormida entendí que algo estaba muy mal.
A un lado de la puerta del departamento había un ventanal que iba de piso a techo y que justo a la altura de mi cabeza tenía roto un agujero, el cual recuerdo perfectamente tenía la forma de la cabeza de un águila vista de perfil. Mi mano derecha se impactó justo en ese agujero por el lado de la palma e hizo una cortada que daño gravemente todos los tendones del dedo pulgar, los de flexión del dedo índice y una cortada profunda pero no tan grave en el dedo medio.
De no ser por un extraordinario traumatólogo apellidado Rodriguez Squeeuz (o algo así) hoy estaría escribiendo esto sin pulgar. Fueron casi 7 horas de cirugía en las cuales, logró reconstruir mi mano derecha.
Una operación más y casi 8 meses sin poder usar la mano después, estaba tratando de recuperar mis capacidades físicas que hasta hace poco habían estado incompletas.
Durante casi 27 años estuve omitiendo una cantidad importante de movimientos y funciones de mi dedo índice por una mala terapia física (cuya culpa es completamente mía) y después de los 8 años de capoeira y los casi 8,000 kms. que rodé en bici, quién me estaba cobrando la factura era mi muñeca derecha.
Lo que me trae a escribir esta anécdota es lo sorprendido que estoy ya que tengo 1 semana haciendo la terapia que no hice hace veinti tantos años y además de estar recuperando movilidad, sensibilidad, flexibilidad, funcionalidad y fuerza en mi dedo, el dolor de muñeca está desapareciendo.
Es increíble como la memoria y consciencia corporal funcionan, ya que todas esas malas costumbres y movimientos que hice mal por tantos años se van borrando en al momento en que el dedo se está recuperando.
Aún tengo que lidiar con la posibilidad de que el síndrome del túnel carpiano que podemos sufrir todos los que nos dedicamos a la informática sea otra razón, pero por lo pronto que bonito es estar estrenando un dedo que tuve olvidado tanto tiempo.
Solo una pequeña historia para revivir mi blog, que me estuvo dando vueltas en la cabeza toda la semana y que explica porque digo “Super Mario Bros. 3” cada que alguien ve y me pregunta por la aparatosa cicatriz que tengo en la palma de la mano derecha.
Y para no perder la costumbre, les dejo un playlist bien picudo de música de videojuegos que hice en Spotify: